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Un mensaje para los (mis) profes del cole

Cuando estamos pasando por la adolescencia necesitamos sentir que pertenecemos. Tener amigos es vital, nadie quiere ser el raro, la nerda o quien no le habla a nadie más.

Pero ¿cómo pertenecer en un mundo en el que no puedo ver a otras personas como yo? ¿Cómo saber que esto que siento es normal, si nadie más es así?

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VISIBILIDAD


Muchas veces me han preguntando por qué son necesarias las etiquetas. ¿Por qué la necedad de usar esas siglas largas y hasta enredadas? LGBTTIQAA+, y puedo seguir, le podemos agregar más letras.

¿Por qué hablar con e? ¡Sencillo! Porque hay personas que no se identifican con la a ni con la o. ¿En serio es tan difícil de entender?

Me parece impresionante que podemos entender que una mujer decida cambiarse el apellido al de su esposo cuando se casa (especialmente en otros países) pero no podemos entender que una persona quiera que utilicemos un pronombre, un nombre, o una conjugación específica para referirnos a su persona.

La visibilidad es importante porque le estamos dando un mensaje a las personas que nos rodean. Un mensaje de inclusión, un espacio seguro. La visibilidad nos permite nombrar aquello que antes era desconocido, aquello que luego fue un tabú, y que por muchos años se le negaron derechos. Aquello que hoy todavía sufre violencia del sistema.

Este post va dirigido principalmente a educadores y cuidadores. Me encantaría que llegue a todas las teachers y profes, a quienes educan en centros públicos y privados. Sí, este mensaje es para quienes fueron mis profesores también, se los digo con mucho amor, con todo el cariño que les guardo, y con el respeto y admiración que les tuve desde que pasé por sus clases. Pero también se los digo como adulta, como profesional, y como mujer lesbiana.

En toda la escuela y colegio NUNCA se me habló de la posibilidad de que hubiese algo que no fuera la heterosexualidad, SIEMPRE se asumió la cis-heterosexualidad y a pesar de que recibimos educación sexual un poco más "open-minded" creo que igual se quedó corta en estos temas.

Años después en la U, en bares, restaurantes o hasta en redes sociales me he encontrado con gente del cole, personas de mi generación, o de años mayores o menores con sus parejas del mismo sexo, o comunicando sus pronombres neutros. Y no estoy hablando de 2 o 3 personas, somos decenas de estudiantes que pasamos por sus clases, y que hoy formamos parte de la comunidad LGBTIQ+. Y estoy hablando de quienes abiertamente deciden comunicarlo, y quienes yo he visto. No dudo que hayan aún más.

Si nosotres no somos suficiente testimonio para que ustedes entiendan la necesidad de educarse, la necesidad de respetar, y sobre todo la necesidad de brindar espacios seguros, no sé qué les pueda hacer cambiar de parecer. Pero a mí me gustaría que los centros educativos sean espacios seguros e inclusivos en donde en un futuro me sienta cómoda llevando a mis hijes.

Hoy llegan a mi consulta adolescentes cuyos padres les apoyan pero el sistema no. Jóvenes que son apoyados por algún familiar, pero sus padres aún no lo saben. Familias que apoyan a medias. Jóvenes que convulsionan, adolescentes deprimides o con ansiedad. ¿Ustedes creen que eso es normal?

Claro que amo trabajar con personas LGBTIQ+, pero me encantaría atacar el problema desde la raíz. El problema no son mis pacientes, el problema no es la comunidad LGBTIQ+. El problema es el sistema, la sociedad que desde que nacemos (o antes) celebra que somos un niño o una niña, y desde ese momento depositan toneladas de expectativas sobre esa personita. Y conforme pasa el tiempo se vuelve aún más pesado.

Por eso les hablo a ustedes: educadores y cuidadores, porque creo que en ustedes está la posibilidad de generar cambios. Y ojalá que este junio sea el momento para empezar a educarse y hacer cambios.

Besos y abrazos de colores.

¡Feliz mes del orgullo!

 
 
 

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